EL CONTENTAMIENTO
¡Hay que estar contento!
Nos repite nuestro Maestro Madhava.
Cuanto más reflexiono sobre el contentamiento más importante me parece. Creo que hay que darle máxima prioridad, es decir, no tratar de resolver primero nuestros conflictos para estar contentos, sino primero tratar de estar contentos y desde el contentamiento nos va a ser mucho más fácil resolver: los conflictos, miedos, problemas etc., que surgen en nuestra vida.
Cuando logramos estar contentos apreciamos lo que tenemos, lo que somos. Cuando no lo estamos es porque la mente se nos va del presente a lo que creemos que nos falta.
El “estar contento” sintetiza maravillosamente mucho de lo que aprendemos y algunos enseñamos con el Yoga:
- En las asanas aprendemos a estar contentos a pesar: del esfuerzo, de las incomodidades propias de las posturas, de la dificultad para respirar. Creando la actitud adecuada con el equilibrio entre firmeza y comodidad que nos enseña Patanjali.
-Con el Pranayama profundizamos en la paz interior, en el silencio mental y con ello nuestro contentamiento irá creciendo.
-Con la relajación vemos como dirigiendo y manteniendo nuestra mente somos capaces de transformar los momentos de falta de actividad física, habitualmente propicios para: el aburrimiento, las preocupaciones, los nervios etc., en momentos de intenso contentamiento.
Estamos contentos cuando convergen en el momento presente, en la vida: lo que hacemos, lo que pensamos y las ganas que le echamos.
La Meditación sintetiza o incluye en sí, la actitud que aporta el asana (firme y cómoda), la paz del pranayama y la mente dirigida por la conciencia hacia el Atmán.
Con una práctica diaria de meditación el estar contento se irá haciendo, con el tiempo, en lo habitual. Y el “hay que estar contento” en un recordatorio para aquellos momentos de perdida de contacto con la conciencia, con la más pura esencia de nosotros.
Siempre podemos contactar con el “estar contento” por medio de la respiración consciente que sintetiza la conexión con el Ser, con la conciencia y la energización, la actualización de nuestra plenitud.
Vayu