El árbol de la escuela de Madhava, una escuela de sólido fundamento en lo esencial de la vida -el conocimiento de uno mismo-, extiende sus ramas hacia la escuela de Viladecans en 1995.

Trabajando de internista, debido a la sobrecarga asistencial, mi vida transcurría en un tren de alta velocidad que paró gracias a un accidente automovilístico. Unas horas antes, mirando a los enfermos de una forma diferente, tuve la certeza de que el hospital no era mi lugar de trabajo. Ellos necesitaban alivio, no sólo físico sino también anímico y yo no les podía dedicar el tiempo necesario, dándome cuenta de que se tenia que trabajar más en la prevención que en la enfermedad crónica.

Lo anterior, unido al desgaste personal sufrido por estrés, me hizo buscar otros caminos y ahora puedo disfrutar más plenamente mi vocación de médico y aprendiz/maestrilla de autoconocimiento, ejerciendo de factor de cambio, potenciando actitudes vitales de concienciación y mejoramiento personal, en un proceso de despertar interior compartido.