mi mente chistosa no pudo menos que pensar en las míticas gafas de madera, aunque el echo de que el cartel fuera tan obvio, gafas para ver, me tenía intrigado, ¿para que pueden servir unas gafas sino para ver?. En fin, llegado al puesto ví que seguía el cartel pero no había nada expuesto y sin atreverme a asomarme di una voz desde fuera, ¡!oiga?!!, ¿hay alguien ahí?. Desde dentro contestó una voz femenina.
- ¡!Si, si!!, pase, pase.
- Hola, veo que anuncia gafas para ver.
- Si, es así.
- Me gustaría verlas
- Bien, pasa y siéntate en un cojín, ponte cómodo
-
Una vez que estuve sentado en el suelo en un cojín, ella, que era una mujer de edad indefinida y con una expresión jovial y risueña, corrió una cortina cerrando la entrada y sacó una maleta. Al abrir la maleta aparecieron muchos pares de gafas, todas iguales pero dispuestas de una manera ordenada y al parecer concreta. Ella me preguntó.
- ¿qué estás dispuesto a ver?
La pregunta me dejó un poco “a cuadros” y le contesté
- Soy miope, tengo 2,5 dioptrías de miopía en cada ojo y algo de astigmatismo, poco.
- No te he preguntado eso, cual es tu problema visual sino ¿Qué estás dispuesto a ver?
Ya, los cuadros (con los que estaba al principio) empezaron a ser con colores.
- No sé, estoy un poco confuso, las gafas, sobre todo si son graduadas, son para ver
- Quizá eso de que son para ver requiera algún matiz, propiamente las gafas suplen alguna carencia al mirar, pero esas gafas son convencionales, para eso están las ópticas, pero la capacidad de ver no es atributo de las gafas, es posible que mis gafas tengan que ver con la capacidad de ver del que ve. Mis gafas son diferentes.
- Ah, ¿si?
- Si
- Y que puedo ver con tus gafas?